COPARTICIPACION
DE IMPUESTOS: LA HISTORIA QUE SE REPITE
Dra. María de
los Ángeles Petit - Fragmentos de Argentina 1810-2010 Argentina República
Federal o Unitaria? Delta Editora- 2010
El carácter federal del estado argentino
está sustentado financieramente por el sistema de Coparticipación de Impuestos.
El debate sobre los fondos no es nuevo,
lleva más de 200 años, desde los orígenes de la Patria, cuando el principal
escoyo de la unidad era el plano económico, mas allá de los avances políticos.
Desde 1534 la Aduana de Buenos Aires
concentraba la totalidad del comercio exterior del país y el cobro delos
derechos de importación y exportación fueron una de las causas que retrasaron
la organización definitiva del país.
Sin la presencia de Buenos Aires, en
1853 se aprueban las bases de la Constitución Nacional y después de la firma
del Pacto de San José de Flores en 1859, Buenos Aires se incorpora en las
reformas constitucionales de 1860 y 1866, determinándose expresamente que los
derechos de exportación no son coparticipables.
Eso se mantuvo hasta el año 2009, 143
años después, en que se resuelve coparticipar parte de esos derechos en el llamado
Fondo de la Soja que fue dejado sin efecto en el año 2018 por un Decreto del
Presidente Macri.
Recorrer la historia argentina es volver
a vivir una y otra vez la misma historia.
Más cerca en el tiempo, en la década del
60, el régimen de coparticipación se caracterizó por el criterio poco democrático
con que se gastó y el ajuste fiscal del estado nacional sobre las provincias, interrumpiéndose
la tendencia al crecimiento de los gobiernos provinciales. Esto se mantuvo
hasta 1973 en que la Ley de Coparticipación unifico totalmente el régimen de
impuestos.
Esta ley sustituyó impuestos e incorporó
otros como por el ejemplo, el IVA.
La Ley Nº 20.221 define la distribución
primaria: un 50% para la Nación y un 50% para las provincias; la distribución
secundaria ( entre la provincias) se establece de acuerdo a tres criterios: un
65% de acuerdo a la población, un 25% de acuerdo a la brecha en el desarrollo
de las provincias, y un 10% de acuerdo a la dispersión poblacional. Cada
provincia establece a su vez, su propio sistema de coparticipación interna con
sus gobiernos locales.
Entre 1984 y 1988 el sistema federal de unificación
y coparticipación impositiva perdió vigencia legalmente y literalmente dejo de
existir hasta que se firma en 1986 el Convenio Financiero Transitorio de Distribución
de Recursos Federales a las Provincias.
Recién en 1988 se promulgo la tercera y vigente
Ley Nº 23.548 de Coparticipación
Federal de Recursos Fiscales
aprobada en 1988 permanece
vigente, debido a su cláusula de
renovación automática en caso de no sancionarse
un régimen reemplazante.
Esta ley
establece la masa coparticipable, compuesta por la recaudación de los impuestos
existentes (menos los derechos de importación y exportación), los impuestos que
prevean sistemas especiales, y aquellos impuestos nacionales con afectación especifica.
Estableció la
recaudación centralizada de impuestos como Ganancias, IVA, Internos,
Combustibles y otros.
La distribución
primaria que establece la Ley es de 56,66% para las provincias, 42,34% para la Nación
y 1% en formas de aportes del Tesoro Nacional.
Hoy, esta
Ley, vigente, es una sombra, una ilusión financiera que se degrada cada día
mas.
Lo cierto es
que desde 1975 hasta hoy, la coparticipación va en franco descenso.
Los gobiernos nacionales, cada vez con más
necesidades económicas para mantener sus liderazgos, aprobaron diferentes
normas, artilugios económicos sobre nuevos ingresos no coparticipables que
fueron en detrimento de los gobiernos provinciales.
Se podría analizar la Reforma Constitucional
de 1994, el procedimiento para la aprobación de una nueva ley, los pactos
fiscales de 1992, la creación de nuevos impuestos, etc.
Pero es
indudable que la masa coparticipable disminuye con cada gestión de gobierno
nacional, muchas veces, con la anuencia de los gobiernos provinciales.
Y la disminución
de esos fondos significan políticamente la profundización de la agonía del
sistema federal argentino.
Más de 200
años de debate, idas y vueltas, creación y supresión de impuestos, decisiones unilaterales
han ido convirtiendo nuestro país en una república centralista.
La decisión de los últimos días del Presidente
Macri de suprimir el IVA para determinados productos, significa para las
provincias una disminución de más de 50.000 millones de pesos, y gran parte de
ellos, corresponde a los gobiernos locales.
Presentada
como una medida para disminuir el impacto de la devaluación post PASO, en el
fondo es una arremetida más sobre los fondos coparticipables, que, además,
pretende instalar en la sociedad que quienes no aceptan la medida se encuentran
en la vereda opuesta al beneficio de la población en general.
Esta interpretación no se condice con la
realidad de todos los días ni con las políticas públicas de los últimos años,
especialmente con las implementadas en el ámbito social.
Hoy son los gobiernos locales la primera y última
red de contención de la crisis social, con una ausencia total del Estado
Nacional.
Paradójicamente,
el Gobierno Nacional entiende que el inyectar fondos a los agentes públicos nacionales,
subsidios a los beneficiarios de la AUH por única vez o adelantando los montos
de movilidad a los jubilados, ayudarían a afrontar la crisis.
Esto,
desfinanciando a las provincias y a los municipios, quienes son los que en la política
diaria y directa atienden las demandas sociales básicas.
Y en el medio, sin mucha publicidad, sin debate y sin querer de una vez por
toda, afrontar una realidad latente, la historia se vuelve a repetir una y otra
vez, y el sistema federal continua su lánguida extinción y con él, la lucha de
nuestros caudillos y la raíz de la Nación Argentina: las provincias preexistentes que le dieron origen.
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