Desde hace un tiempo esta palabra ronda a mi alrededor. Cuando se habla de ella, algunos miran con ¿lástima?, otros con cierto dejo irónico, con esa mirada de "vivos" que tienen algunos compañeros, desechándola y vaciándola de contenido pero presente en sus innumerables discursos pre y post asunción de sus responsabilidades o simplemente en esas charlas interminables sobre si se debe elegir entre la tranquilidad, la paz de conciencia o el futuro económico, signo de nuestra época.
En esta semana de Navidad y entre tanta locura incipiente, encontré este texto que sirve para pensar y analizar si existe en nuestra vida.
Podría ser entendida como lo más parecido a la armonía interior, a la conexión entre la mente, el cuerpo y las emociones. Lejos de cualuier intención de juicio o valoración, esta palabra nos invita a pensar cuan fieles o ambiguos podemos llegar a ser en relación a nuestras creencias y sentimientos.
La rusa Sofía Prokkofieva escribió: "Todo ser humano tiene en su interior, en su alma, un sonido bajito, su nota, y es la singularidad de su ser, su esencia. Si el sonido de sus actos no coincide con esa nota, esa persona no puede ser felíz."
Ser coherentes con esa nota es la suma de las tantas coherencias que deberíamos permitirnos experimentar a diario: sabiendo que no suele reinar la coherencia y que de nada sirve vivir pendiente de un ideal.
Nuestra coherencia guarda tambien fundamental relación con las necesidades o posibilidades coherentes de los otros.
Señala el diccionario académico: " Un sistema linguistico o un texto son coherentes cuando sus componentes aparecen en conjuntos solidarios".
La coherencia nos otorga identidad y pertenencia; promete, además, credibilidad y permanencia. Por tanta ansiedad, mandatos, ambiciones, dobles discursos y falsas exigencias es que, muchas veces, desafinamos; lo que aún hace más difícil poder escuhcar o entender a los otros.
Pensar, sentir, decir, hacer. Ser cada día un poco más coherentes, más fieles con nosotros mismos, más en sintonía con esa música bajita y esencial, que nos ofrece la posibilidad de estar un poco más cerca de la felicidad.Eduardo Chactoura. psicólogo y periodista.
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