PANDEMIA: ¿EL COMIENZO DE UN NUEVO CONTRATO SOCIAL?
Dra. Maria de los Angeles Petit
Quizás cuando Jean-Jacques Roseau escribió el Contrato Social o
Principios de Derechos Políticos en 1762 “ no
pudo imaginar que plantearía muchos de los problemas y las preguntas centrales
del hombre en el Siglo XX: la complejidad del ser del hombre, y la necesidad de
penetrar en sus pliegues más recónditos para comprender sus contradicciones
existenciales, la urgencia de recuperar las fuentes naturales de la vida, las
dificultades y la paradójica de la política, la libertad y la democracia, las
injusticias profundas de un sistema de relaciones económicas y sociales
agresivamente utilitarias y competitivas.
Rousseau ejerce hoy su presencia como uno de los
mayores clásicos del pensamiento político. Las discusiones sobre el “nuevo
contrato”, los problemas de la representación en el sistema democrático, los
alcances del movimiento ecologista, las complejas cuestiones presentes en la relación
del individuo con la sociedad y la necesidad de poner al día, revitalizada, la
gran utopía de la fraternidad entre los hombres encuentra en su obra un
insoslayable referente.” Horacio Crespo. El Contrato Social o Principios de
Derecho Político- Jean Jaques Rousseau 2003 Editorial La Página S.A.
En tiempos de pandemia, encierro y un rol más activo y paternal del
Estado en el establecimiento de normas que determinan las acciones de cada
individuo, cercenando libertades individuales en pos de un bien común y general
como lo es la salud de todos y cada uno, surge la obra de Rousseau como un libro
de cabecera para cuestionar, preguntar y buscar respuestas a las conductas
sociales y políticas de hoy.
El común denominador en
el mundo actual de pasar de un Estado de bienestar, donde el bienestar de los
ciudadanos se juega entre éstos y el Estado, a una sociedad del bienestar
donde, además del ciudadano y el Estado, se introduce al mercado con sus reglas
competitivas y salvajes es la gran dicotomía que deben resolver quienes tienen
la obligación histórica de decidir conjugando los intereses tan diversos como
diversa es la comunidad con el
derecho a la salud, un derecho
humano fundamental, que existe con anterioridad a la sociedad y al Estado, porque
nos corresponde a cada uno de nosotros, por nuestra condición y por el solo
hecho de serlo.
Resulta interesante analizar que el derecho a la salud, así, a secas, no
se encuentra explicitado en la Constitución Nacional Argentina, sino que se
encuentra en los tratados internacionales reconocidos por el art. 75 inc. 22 con
jerarquía superior a las leyes.
Sin embargo, para algunos autores,
“la salud es un derecho colectivo, público y social de raigambre constitucional, anclado en el artículo 42 de
la Constitución Nacional que reza, en lo pertinente, lo siguiente: Los
consumidores de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a
la protección de su salud,
seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz: a la libertad de elección, y a condiciones de
trato equitativo y digno. Este
derecho involucra no exclusivamente a la garantía de acceso a las prestaciones
básicas de salud, sino asimismo
de su mantenimiento y regularidad a través del tiempo, y que de acuerdo a jurisprudencia uniforme incumbe
principalmente al Estado, más aún en los supuestos específicos de protecciones legales que involucran a
personas vulnerables…” Derecho a la salud Donato,
Nora Adela Abogada, UBA. Directora General de la Dirección General de Asuntos
Jurídicos de la ANMAT.www.salud.gob.ar 2017.
Esto determina la función del Estado, en todos sus niveles, en esta
crisis epidemiológica que pone a prueba los sistemas de salud, pero también hace
surgir los graves inconvenientes de inversión, profesionalización, capacitación
y provisión de insumos básicos a quienes ejercen la enorme tarea de cuidarnos
sanitariamente.
Y en este marco, surge el Contrato Social como una palabra clave para
poder soportar con paciencia y compromiso esta cuarentena y aislamiento social
que deja ver lo mejor y lo peor de los seres humanos, en su relación consigo
mismo, con el vecino y con el estado.
Cada día que comienza nos pone a prueba, consciente o inconscientemente,
nos introduce en el gran desafío de escribir una hoja totalmente en blanco, con
la incertidumbre de no saber si mañana o pasado o el mes que viene, todavía seguiremos
tratando de ocupar y saturar una nueva.
Fuera, expulsados de la rutina, aprendiendo a controlar internamente emociones
tan intensas que en muchos momentos paralizan, también, nos plantea la relación
con la sociedad y con el Estado.
¿Es posible un nuevo Contrato Social?, redefiniendo nuestro lugar,
nuestra posición en el hogar, el trabajo, la ciudad en la que vivimos.
¿Es posible un nuevo Contrato Social? interpretando el Estado el pensamiento de los ciudadanos
a quienes protege, desde un asistencialismo extremo a una visión descarnalizada
del poder económico y los grandes grupos empresarios, y en el medio, desbastados
y perdidos, los que poco tenían y ahora no saben si tendrán algo?
Rousseau pregona en su obra, a grandes rasgos que el hombre es bueno por
naturaleza pero que actúa mal forzado por la sociedad que lo corrompe.
Las crisis, el miedo, la desazón, la incertidumbre, el dolor, lo
inexplicable pueden, con el tiempo, convertirse solo en un recuerdo.
O pueden ser una gran oportunidad para avanzar hacia una sociedad más
justa, más equitativa, mas empática con quienes rodean, más comprensiva con
nuestros fracasos y nuestros triunfos y sobre todo, más madura para comprender
que todos ocupamos un lugar que puede cambiar el mundo.
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