viernes, 29 de octubre de 2010

Kirchner: Ahora siento que es el momento. I parte

Conocí a Néstor Kirchner hace más o menos 8 años, cuando él comenzaba a recorrer el país buscando apoyos a su candidatura presidencial. Los primeros intendentes que lo recibieron en Entre Ríos fueron los de Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. Yo era en ese entonces Secretaria de Control de Gestión del Dr. José Eduardo Lauritto y recuerdo muy bien ese día porque hizo que su gabinete en pleno se parara en la escalera que da lugar al Centro Cívico de Uruguay para recibir a ese hombre, Gobernador de Santa Cruz, que llegaba a conocernos. Me impresionó su altura y su postura desgarbada, pero políticamente no recuerdo nada de ese instante.
Muchos años después, como Diputada Nacional visité la Quinta de Olivos y pude escuchar de él su visión del país, a pocos meses  del voto de la 125 y no pude dejar de pensar que tampoco coincidí con él en ese momento.
Nunca fuí kirchnerista, ni lo seré. Jamás compartí su visión centralista de manejo de la gestión y del poder.
Ni siquiera lo considero un líder, ni dentro ni fuera del peronismo actual.
Pero su muerte me causó sorpresa, conmoción, estupor y una mezcla de sensaciones que, confieso, nunca habia sentido por un hombre político. Algunos lo comparan con Perón.
Por Perón lloré con mis compañeros y mis maestros en la escuela siendo adolescente, con mis vecinos en un barrio de la vieja Federación  y con mis padres en mi casa. Fue muy distinto.
Mi primera frase al conocer muy temprano la noticia de la muerte de Nestor Kirchner fue un egoísta " Murió. Se terminó todo" y luego dio paso a un no saber qué decir, que hacer o que pensar.
Pensé en ella, en Cristina, la mujer, la madre y su dolor. Perder  a su amor, su compañero de la vida, su confidente, su apoyo y me pregunté y aún hoy lo hago si podrá sobrellevar la soledad y el dolor de esa pérdida. Tuve la oportunidad de compartir con ella muchas horas en un viaje al que me invitó en el año 2009, y recuerdo muy especialmente una imagen. Era de madrugada, nos habían avisado de la muerte de Alfonsín en Buenos Aires y ella esperaba, sin maquillaje y cansada, parada en la puerta del avión que abrieran la escotilla para llegar a Londres. Me pareció una mujer, sólo una mujer. Quiénes afrontamos cargos políticos ejecutivos o legislativos sabemos lo que nos cuesta vencer el hecho de ser mujer en un mundo machista. Nos cuesta mostrar seguridad, sostener las miradas, avanzar y luchar por lo que creemos, por tantos prejuicios formados. Yo sentí al verla así que ella se transformaba ante la gente. Era como una máscara que se ponía y se sacaba sólo en momentos especiales.
Muchos me criticaron en esa ocasión por mi sinceridad. Sin embargo, si bien mi percepción sobre ella como mujer cambió, no lo hizo en mis ideas políticas ya que a mi regreso me separé del bloque oficialista y conformamos y dimos nacimiento con mis compañeros entrerrianos al Bloque el Peronismo Federal.
Pero como sucede en estos casos, después  de las primeras impresiones y sensaciones de la muerte, la razón y la conciencia ganan terreno en nosotros y van corriendo disimuladamente los sentimientos hacia un rincón del corazón.
Qué va a pasar ahora? Cambiará algo? Se irá un poco el estado de crispación generalizada en que nos encontramos? Dejaremos de atacarnos cada día como si fuera la última batalla?
Cómo voy a hacer para explicarle cuando hablo a mis compañeros que se puede sentir lástima y dolor por la muerte de una persona pero que esa muerte no implica el final de nada de lo que pienso o lo que siento con respecto al pensamiento y al accionar de esa persona en una gestión de gobierno? Que no tiene nada que ver el hombre como ser humano con lo que se puede pensar y opinar sobre lo que dice y hace ese ser humano?
Muchas preguntas no? Algunas con fáciles y rápidas respuestas. Otras, deberán esperar hasta que el tiempo me dé las respuestas.
Con el pasar de las horas, se sucedieron distintos hechos y reaccioné de diferentes formas. Me pareció bien la decisión de Cristina de compartir su duelo íntimo  con su familia y a solas. No me gustó la elección de la Casa Rosada para su velorio oficial. El Congreso es la casa del pueblo, de nuestros representantes en un sistema democrático.Como cada decisión que se ha tomado en estos días posee para mi un significado, el no llevar sus exequias al Congreso fue un síntoma de que la división y las diferencias subsisten a pesar del momento que vivimos. Sumado a las comunicaciones desde el gabinete presidencial a Cobos y Duhalde de la inconveniencia de su presencia o el impedimento a Macri de ingresar a la Capilla Ardiente o los ataques a medios y periodistas por parte de grupos sociales afines al gobierno, quedó demostrada la inmadurez política de una sociedad que todavía no entiende que hay momentos en que las diferencias deben ser dejadas de lado, para honrar así la figura de quien ya no está. Para engrandecer su historia y no empañarla con gestos de indignidad.
No me gustó la hipocresía que sentí en los comunicadores sociales, en los dirigentes políticos de la oposición y del oficialismo por igual y las críticas despiadadas de alguna gente. Sólo era necesario el silencio o la condolencia sincera pero no hipócrita ante el dolor.
En estos momentos Kirchner está llegando a su hogar, donde permanecerá por siempre.
Nosotros, seguiremos nuestras vidas, nuestras luchas, con nuestros triunfos o derrotas.
Pero siempre fieles y leales  a nosotros mismos. No se puede hablar de lealtad sino somos leales a nuestras ideas, nuestra visión de la vida, de los problemas y de sus soluciones.
No serán fáciles los próximos días. Quizás la lástima sea el sentimiento que  mayoritariamente manifieste la gente cuando Cristina enfrente su primer día después de Nestor.
A mi me quedan muchas consideraciones políticas sobre nuestro futuro, aunque siento que queda mucho, mucho tiempo para hacerlas.

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