jueves, 17 de febrero de 2011

VOTAR POR PRIMERA VEZ

La experiencia de votar por primera vez era, hasta hace unos años, motivo de expectativas personales y familiares
El hecho de participar en un acto institucional y político tenía connotaciones sentimentales para los padres entendiendo a ese hecho como el ingreso y la aceptación del estado hacia sus hijos a través del acto en sí y para los jóvenes se relacionaba inconscientemente con el reconocimiento de otros derechos adultos asi lo indico Maria de Los Ángeles Petit Ex Presidente Bloque Peronismo Federal de la Cámara de Diputados de la Nación a “DiaUno” Concordia.

Hoy, votar por primera vez significa una obligación impuesta por el Estado y el sistema, que se hace con desgano y descreimiento en esta sociedad que los impulsa a ser parte de un proceso que va unido a una gran desconfianza en el medio, fenómeno que no solamente se da en este ámbito.
Es una realidad que la mayoría de los jóvenes que concurrirán a las urnas este año lo harán con total desconocimiento de los principios básicos de la participación política y el papel preponderante del ciudadano en el proceso de toma de decisiones cuyo primer paso es el voto.
También lo es que esos jóvenes no adhieren a un partido político determinado y observan a quiénes somos parte de esas estructuras como personas sin ideales, sueños, esperanzas e inclusive ideologías que nos diferencien unos a otros y confunden a muchos de nosotros, haciéndonos parte de una clase global sin distinguir nuestras características individuales.
Pero el camino de la participación política es un camino de varias partes. Y evidentemente en los últimos años en la Argentina, el camino para unir estos dos extremos no ha sido recorrido por ninguna de las partes involucradas: el estado, los partidos políticos y los jóvenes.
La formación cívica íntimamente relacionada con la historia, la cultura y la identidad de un pueblo no ha sido difundida ni por el Estado, desde su estructura escolar ni por los partidos políticos que no han sabido ni querido asumir ese vacío a través de la conformación de cuadros jóvenes dentro de la limitación de su esfera de actuación.
Es evidente también que la desconfianza y el descreimiento en la política no sólo es patrimonio de los jóvenes sino que también es una característica de quiénes los educan. La historia, la educación cívica y ciudadana enseñadas con objetividad y la pasión necesarias para atraer la atención de chicos dispersos y desconectados con el mundo real, son materias pendientes en la educación argentina.
Es imposible lograr un grado de participación activa de la juventud en la vida política diaria del municipio, la provincia y el país sino se emprende la tarea constante y profunda de educar para ello.
La participación de hoy está más signada por la dependencia económica, la necesidad de supervivencia en un país con puertas cerradas al empleo joven y con una grave disminución de la movilidad social - antaño orgullo de esta sociedad- y si bien se observan atisbos de mayores expectativas por parte de esos grupos, la permanencia en el tiempo dependerá de si quiénes accedan al poder político en las próximas elecciones lo traducen en hechos concretos. Esos hechos no se limitan al otorgamiento de cargos decisivos en la administración cómo pueden verse hoy algunos ejemplos, sino que deberían extenderse a políticas destinadas a orientar a los jóvenes a considerarse parte de su futuro personal y de la sociedad en la que viven y no proseguir el rumbo que inexorablemente le marca un gobierno que hace uso y abuso del subsidio integral como forma de sometimiento social.
(fuente: http://www.diauno.com.ar/)

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