sábado, 6 de marzo de 2010

MI viaje a La Habana (Parte II)



La Habana no es una ciudad en ruinas como algunos la recuerdan. En estos últimos años la Comunidad Europea ha puesto muchos fondos para la reconstrucción del Malecón yla Ciudad Vieja especialmente.
Cuando salimos del aeropuerto pensamos que nos vamos a encontrar con los viejos automóviles que se ven en muchas publicaciones pero sorprenden sus avenidas y los autos 0km que luego, preguntando, nos enteramos son propiedad de los que adhieren al régimen y especialmente militares.
Los camellos, esos camiones Mercedes Benz antiguos que se utilizaban para trasladar al pueblo, hoy ya no se ven en el centro de la ciudad. Han sido reemplazados por micros chinos de transporte de pasajeros.
Al borde del camino se suceden unas tras otras las gigantografías de Fidel y el Che, ahora mezcladas con las de Hugo Chavés, en el mismo tamaño y formato.
No es cierto que no existen productos importados. En el mismísimo Palacio de la Revolución podemos tomar una Coca Ligh y comprar artículos turísticos de Taiwan, como en cualquier parte.
Es muy interesante el tema del dinero, ya que allí conviven 2 monedas: el Peso Cubano, utilizado por el pueblo y el CUC o cubano convertible que es utilizado por los turistas y que se cotiza menos para los dólares 80 US= 100 CUC y más para los Euros 100E=100 CUC. Con ese dinero podemos pagar todo, y la disparidad es muy grande. Un café para los cubanos sale 1 peso y para nosotros 5 CUC. EL REGIMEN VIVE DEL CAPITALISMO. Es más, resulta ofensivo ingresar a Varadero, zona turística de hoteles y encontrarse con un letrero que dice " Aquí estamos recaudando para la Revolución".
Creo que es una de las incoherencias del regimen, ya que el gobierno cubano recauda de nosotros, los capitalistas.
Les contaba que el Malecon ya no es lo de antes. Las casas están siendo restauradas en sus fachadas, no en su interior, donde viven hacinadosy se ven restaurants, confiterias y hoteles que compiten con los mejores del mundo.
En un extremo se encuentra la Tribuna Capitalista, desde donde Fidel daba sus largos discursos, al frente de una plaza ceca de banderas, una por cada una de los mártires. Desde ahí, dicen, en noches claras, se ven las luces de Miami.
Durante la noche, carros tirados por caballos trasladan a los turistas de un punto al otro de la ciudad y los cubanos hacen de ese lugar, su lugar. Es sorprendente ver las reuniones de la comunidad gay allí. Cientos de muchachos, tomados de la mano, escuchando música y conversando sobre la avenida es un espectáculo digno de ver.
La Habana no tiene playa, la primera está a unos pocos kms y allí todos van a refrescarse de este inmenso calor que nos envuelve a toda hora.
Más allá del Malecón y luego de una riada comienza la zona de Miramar Playa, cerca del lugar donde vive Fidel, Allí están las embajadas y las casas más hermosas de la ciudad. Todas ellas están recuperando su belleza. Su arquitectura es riquísima y es un placer caminar sus calles. Son habitadas por extranjeros y miembros del Partido, con sus autos nuevos y aires acondicionados y jardines arreglados. Del otro lado, los cubanos viven uno sobre otro en edificios de varios pisos que fueron construídos en la primera etapa de la revolución, cuando Fidel soñaba con tirar abajo La Habana y sus simbolos y transformala en una ciudad especial.
Muchos años después, ese sueño no se realizó y por como se plantean las cosas, nunca más.

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